De sabor fuerte y olor intenso, el ajo es uno de esos alimentos que casi podría considerarse tanto un condimento como una medicina.
Comer ajo con regularidad mejora la circulación sanguínea, ya que provoca vasodilatación, aumenta el diámetro de los vasos sanguíneos y por tanto, la sangre fluye con más facilidad disminuyendo la presión.
Estimula las mucosas gastrointestinales, provocando un aumento de las secreciones digestivas y de la bilis. Esto se traduce en una mejor preparación del tracto digestivo para la digestión de los alimentos.
Es beneficioso para aquellas personas que sufren de artritis o cualquier dolor articular gracias a su alto contenido de selenio y sulfuro.
Añadir ajo en nuestras recetas es muy beneficioso para las defensas ya que es antiviral, antihongos y antibacteriano. A diferencia de los antibióticos sintéticos, las bacterias, virus y hongos no ofrecen resistencia al ajo.